sábado, 13 de enero de 2018



En Italia (y de rebote e en Francia) se ha abierto un debate tan interesante como necesario. Sí, necesario, porque todo lo que sea revolver las tripas del machista recalcitrante o despertar la conciencia del machista latente es, para mí, necesario si queremos librarnos de la tara del machismo.
Como bien sabéis (y si no lo sabéis os lo cuento ahora, y cuidado porque hago spoiler) la ópera Carmen, de Bizet (y el libro en el que se basa) termina con el asesinato de la protagonista a manos de su ex novio celoso, incapaz este de asumir que su pareja ha cortado la relación.
Pues bien, en el reciente festival de ópera de Florencia han representado Carmen, pero cambiándole el final; es decir, ella, en defensa propia, asesina a su ex pareja al intentar asesinarla.
La polémica está servida, y más en Italia, donde la ópera es religión y, sobre todo, donde la violencia machista deja muchas mujeres asesinadas.
Los puritanos se rasgan las vestiduras ante el sacrilegio de modificar una obra de arte sin pararse a pensar el motivo de denuncia por el  que se hace.
No obstante, creo que la estrategia es equivocada. No en el sentido de provocar la polémica, que eso me encanta por necesaria, sino en cómo lo han hecho. Por dos motivos creo que se equivocan con este final cambiado.
Primero: puestos a cambiar el final, me hubiera gustado que don José, el ex novio de Carmen, recapacitara sobre sus celos irracionales y se fuera a vivir su vida dejando en paz a Carmen. Pero claro, eso no es dramático ni morboso. No tiene fuerza como final.
Proponer la solución de un asesinato con otro asesinato, no sé, no termino de verlo, aunque en el caso de Carmen sea en defensa propia.
Segundo: la inmensa mayoría de historias que ve el gran público (en el formato que sea) tienen un final feliz. Con ese final feliz volvemos contentos a casa, sin reflexionar porque no hay nada que reflexionar: se ha hecho justicia o el “bueno” ha ganado. Pero si “el malo” se sale con la suya, muy propio en libretos y novelas del siglo XIX (como Carmen), nos hará pensar en esa injustica. Es mucho más eficaz, como mensaje que despierte conciencias, un final trágico, o, lo que es lo mismo, un final real, porque supongo que a estas altura sabemos que, en la vida, casi siempre ganan los malos.
Desde luego, el objetivo que perseguían, generar debate, lo han conseguido.

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