martes, 26 de diciembre de 2017



Xavi Hernández es uno de mis ídolos futbolísticos. Pocos como él para distribuir el juego. A partir de ahora tendré que hacer un gran esfuerzo para no mezclar la idiotez que ha dicho sobre España, pero, sobre todo, desde dónde lo ha dicho. Resulta que se ha lamentado de que en un país democrático como es España haya presos políticos. Hay que aclarar que para él (y para muchos), preso político es una persona que ha sido acusada de sedición, rebelión y malversación de fondos. Eso es un preso político para él. Es lo que tiene el fanatismo. No obstante, como país democrático que somos, tiene derecho a tener esa percepción distorsionada de la realidad, así como todo el derecho a defenderla. Ahora bien, lo que le pido en este caso a Xavi Hernández es un poco de coherencia, pues ese lamento suyo lo ha hecho desde el feudo medieval que es Qatar, donde la democracia brilla por su ausencia y la lapidación es legal. Xavi cobra de un reino medieval que se pasa los derechos humanos por donde  sabemos. Quizás, antes de exigir democracia a España Xavi debería exigírsela a sí mismo. Más que nada por aquello de tener la conciencia tranquila.

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