domingo, 2 de abril de 2017



El fin de semana fuimos al cine.
8.5 euros por entrada para escuchar un interminable repertorio de bolsas de golosinas y mordiscos en modo trituradora me parece un pelín caro. Eso sí, en estéreo. Dolby, of course.
Además, proyectaban una película, pero eso creo que fue casual. Allí la gente había ido a comer.
Era la Bella y la Bestia, versión humana. Bastante plana e insulsa. Algún número añadido que no estaba mal y alguna escena nueva que, la verdad, me gustó. Pero nada más.
A su favor, decir que no me di cuenta de que la Bestia era digital hasta que salió del castillo. Pero no sé si es exactamente un halago.

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