domingo, 19 de marzo de 2017



-Cariño, llama al 112 que creo que estoy teniendo un infarto.
-Dime tu contraseña para desbloquear el móvil.
-Déjalo, parece que se me pasa.

Este chiste, con el que me reí bastante, no tiene género.
Sin embargo, desde el principio yo interpreté que el infarto lo tenía él y no ella.
¿Os ha pasado a vosotros? No me refiero al infarto, sino a la interpretación del chiste.
A riesgo de equivocarme, y sin ánimo de ofender a nadie, yo creo que sí, que os ha pasado como a mí.
A ver, tampoco es que me torture con ello.
Lo que pienso es que en la sociedad en la que hemos crecido solemos actuar y pensar con ideas preconcebidas, en este o en cualquier otro tema. Damos por supuestos determinados roles en hombres y mujeres. Es como en un distrito de Madrid, que busca hombres para puestos de prácticas para albañil y mujeres para puestos de prácticas para servicios de limpieza. Por lo visto, las mujeres no pueden ser albañiles ni los hombres limpiar. Esto fue hace unos días, en Vallecas, y lo argumentan basándose en un diagnóstico científico elaborado por la Agencia para el Empleo, según las realidades sociales de los distritos. ¿En serio? ¿En pleno siglo XXI? Yo pensaba que la ciencia era progreso. Cuesta creer, ¿verdad? Es cierto que las posibilidades de encontrar a hombres albañiles es mayor que a mujeres, pero las razones  de ello serían las mismas, por lo que ese supuesto programa científico solo las asume y no contribuye, precisamente, a cambiarlas. Me pregunto si alguna vez lograremos soltar todo el lastre y librarnos de los malditos prejuicios.
También he  visto que ha sucedido al contrario, como cuando se quejaron de que los muñequitos de los semáforos solo representan a hombres. No se les ocurrió que pueden ser mujeres con pantalones.
En fin, que esto es cuestión de toda la sociedad.

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