jueves, 23 de febrero de 2017

RETURN TO SENDER (relato)



Julián repartía cartas. Era cartero. Últimamente no mucho. Buscaba una palabra para redefinir su profesión, pero ninguna le gustaba, especialmente facturero, recibero, o multero,  porque eso es básicamente lo que repartía desde que habían llegado para quedarse los tiempos modernos. Por eso, no podía más que sonreír ilusionado cuando, de entre todo ese papeleo oficial, tenía que repartir una carta. Había una dirección que adoraba ir porque siempre le enviaban cartas. Cada vez que le tocaba ir imaginaba la historia que en ella le contaban, convenciéndose de que seguramente serían dos adorables ancianos compartiendo recuerdos.
Un día, al llegar a esa dirección y disponerse a colocar la carta en el buzón, la puerta se abrió apareciendo una joven de aspecto alegre. “Oh, qué bien, qué casualidad, estaba esperándola. Gracias” Julián no pudo responderle. Así de asombrado había quedado. No era una adorable anciana, sino una joven. Tanto pensó en ese encuentro que llegó a obsesionarse. No hacía más que esperar una nueva carta para ella para fijarse, algo celoso,  en el remitente. Hasta que llegó. Le extrañó la dirección. Era en la misma ciudad. También le produjo un mal presentimiento su extraño nombre. No supo por qué pero se preocupó por ella. Entregó la carta, por supuesto, pero, guiado por su mal presentimiento,  decidió darse una vuelta por la casa del remitente al caer la noche. El aspecto de aquella residencia le derrumbó el alma al tiempo que le excitó todavía más su imaginación. Estaba abandonada. Su jardín había sido invadido por las malas hierbas e incluso las ventanas se mostraban tapiadas. Fue a la parte de atrás de  la casa para encontrarse con la terrible tentación de ver su puerta abierta.
Nunca se supo más de Julián. Su familia denunció su desaparición y la policía no pudo hallar ni una sola pista sobre su paradero. En correos le sustituyó uno de sus compañeros, que no pudo menos que alegrarse al ver cómo todavía había alguien en la ciudad que escribía cartas. Eso sí, le llamó mucho la atención el extraño nombre del remitente.

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