jueves, 10 de noviembre de 2016



El 6 de mayo de 2009 me sucedió una de las anécdotas más simpáticas de mi vida. Me viene una sonrisa en cuanto la recuerdo. Eran las semifinales de la Champions. Chelsea- Barcelona. Dado que yo no tenía Canal Plus, un amigo me invitó a ver el partido en su casa. Lo pasamos fatal porque el Barça fue perdiendo durante casi todo el encuentro. Hasta que llegó ese milagro, esa obra de arte que fue el gol de Iniesta casi en el último suspiro. Mi amigo y yo estallamos como auténticos posesos, como si estuviéramos en el terreno de juego. Por supuesto, acabamos abrazados y en el suelo uno encima del otro sin parar de gritar. Su mujer apareció por las escaleras preguntando por semejante escándalo y nos vio así. Nos callamos y fue inevitable. Mi amigo dijo: “cariño, esto no es lo que parece”. Memorable.

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