domingo, 28 de agosto de 2016



Llevo más de una semana reflexionando sobre el maravilloso libro de Ken Robinson, “Escuelas creativas”. Te deja con sensaciones encontradas. Por un lado, sonríes y suspiras aliviado porque ves que otra forma de enseñar es posible, una basada en el fomento del talento (que todos tenemos, sin excepción) y de la creatividad. No se trata de relegar las asignaturas “tradicionales” al olvido. Eso sería estúpido y contraproducente. Se trata de trabajar esas asignaturas sin menospreciar el desarrollo del talento y la creatividad entre los alumnos. Por otro lado, te deprimes pensando en que quienes crean las leyes educativas no son educadores y legislan pensando exclusivamente en los resultados académicos, que los alumnos saquen las mejores notas posibles, (como si eso fuera sinónimo necesario de aprendizaje), que sean máquinas de memorizar, que les presionemos con exámenes de reválidas que no conducen a nada, solo a confeccionar meras listas de puntuación. Eso es una educación errónea porque no te enseña a que saques lo mejor de ti, no te ensaña a descubrirte como persona y como profesional, no te enseña a solidarizarte sino a todo lo contrario, a competir entre nosotros. Y así está el mundo.

jueves, 25 de agosto de 2016

LO IMPORTANTE ES EL FINAL (relato)



Después del accidente, Lucía había quedado en coma. Con tan solo doce años, los médicos la desahuciaron. Dependía de sus padres su desconexión. Se negaron, por supuesto, agarrándose a cualquier esperanza, incluso a la divina. Los días dieron paso a las semanas y estas a los meses. Cada noche, uno de los dos permanecía en vela en la habitación leyendo en voz alta. Lucía era una lectora empedernida, de esas que necesita imperiosamente la sociedad para que corrija su rumbo. Le leyeron sus libros preferidos y cuando estos se terminaron, los que no releía con tanta frecuencia.
Un día, después de más de un año sin ningún tipo de cambio, el padre se percató de que ya solo quedaba un libro por leerle de su inmensa biblioteca. No recordaba habérselo visto leer nunca. Llevaba por título “Lo importante es el final”. Empezó a leerlo en la penumbra de la habitación del hospital. El misterio y las sorpresas se combinaban con ágiles giros argumentales, pero, a pesar de tan sanos ingredientes para la lectura, su padre se derrumbó. No podía más. Comenzó a llorar comprendiendo que su hija jamás despertaría. Cerró el libro a pocas páginas de terminar y volvió a casa para discutirlo con su mujer.
Por la mañana el teléfono rompió el duro silencio de su hogar. Llamaban del hospital; Lucía había despertado. Incrédulos y rebosantes de alegría llegaron a su habitación para verla tal y como la habían visto todo este tiempo. El doctor, que contemplaba a Lucía como si de un objeto inalcanzable para la ciencia se tratara, les hizo entrar.
                -Pero doctor, ¿no nos dijo que había despertado?- preguntó el padre al borde de la indignación.
                El doctor sonrió con dulzura.
                -Y así ha sido. Ahora tan solo duerme; es normal debido a su estado de debilidad.
                -Pero, ¿cómo es posible?- preguntó la madre entre lágrimas- Nos dijeron que nunca…
                El médico nada dijo. Se limitó a coger el libro que había sobre la mesilla de noche.
                -¿Este libro es suyo?
                -Sí- contestó el padre sin comprender-. Se lo estaba leyendo anoche.
                -Pues su hija se ha despertado por el libro. Me ha dicho que quería saber el final.

domingo, 21 de agosto de 2016



La guía del viaje, que era muy particular (como el patio de mi casa) nos dio dos horas de asueto. Así, asueto. Traduje el término a mis alumnos y estos, con una gran sonrisa, se dispersaron en grupo para agobiar cuanto pudieran a los vendedores de las tiendas de recuerdos en Venecia. Suspiré aliviado, tenía dos horas para alejarme del mundanal ruido e ir lo más rápido posible (y eso en Venecia no es mucho) a los barrios donde sabía que solo encontraría venecianos, que los hay, los barrios y los venecianos. Por cada puente que pasaba sacaba una foto, a discreción, y en aquella época eran carretes de tofos, ¿os acordáis de los carretes de fotos? Cuando las revelé (creo que ya no usamos este verbo)  descubrí esta maravilla. Supongo que la hice yo, puesto que salió de mi carrete. A veces pienso si no se le coló al de la tienda de fotos entre las cientos de fotos que revelaba cada día. ¿Quién sabe? El caso es que esta foto vive conmigo desde entonces. No puede ser de otra manera.

viernes, 12 de agosto de 2016

EL CORREDOR DE LA MUERTE (relato)



Pues aquí estoy, aquí me ha traído la vida. El siguiente paso, mi ejecución.  ¿De qué me sirve protestar? Siempre que me quejo acaba viniendo uno de esos guardias a mandarme callar, o me lo gritan los demás que estamos aquí. Solo veo al que está frente a mí. Su celda es como la mía. A veces nos miramos sin decirnos nada, horas, y vemos pasar nuestras vidas por este pasillo que conduce a la muerte; otras veces protestamos airadamente con las consecuencias de siempre.
Hoy la celda de enfrente está vacía. Todos sabemos lo que eso significa. En breve me tocará a mí.  Paso los días con la mirada perdida pensando en todos los sitios en los que he estado, en la gente a la que he conocido. No han tardado en poner un nuevo condenado frente a mí. Está asustado, nada dice, como todos nosotros cuando llegamos aquí. Ya protestará.
Uno de los guardias me dice en confianza que mañana es mi turno, mañana me ejecutan. Me lo dice apenado, como si me hubiera cogido cariño. Es extraño. Me quedan tan solo unas horas de vida y, aun así, soy capaz de dormirme.
Por la mañana oigo unos pasos. Ya me toca. Dos guardias han venido a buscarme. Parecen contentos. No opongo resistencia, no lloro, no gimo ni grito. No quiero darles ese gusto. No quiero irme así de este mundo. Me llevan a un lugar donde hay un hombre y una mujer. Tendremos público. Estupendo. Los dos me sonríen nada más verme. Uno de los guardias, el que me ha cogido cariño, les explica que soy muy bueno. La mujer se agacha y me acaricia. Dice que me llamará Platón. Muevo la cola. Me llevan a mi nueva casa. Sigo vivo. Saco la cabeza por la ventanilla del coche. Ladro.

martes, 9 de agosto de 2016

LA EXTRAORDINARIA HISTORIA DE JUAN BARRETO

Pues sí, amigos, ya es una realidad.
"La extraordinaria historia de Juan Barreto" ya está publicada en Amazon, tanto en papel como en Kindle, y si os dais prisa, podréis llegar a la oferta de lanzamiento.
Un libro de aventuras lleno de acción, humor, terror, amor con el que el entretenimiento y la diversión están garantizados. Ay, cuántas cosas la pasan al bueno de Juan Barreto.
"La extraordinaria historia de Juan Barreto" Amazon

viernes, 5 de agosto de 2016

SANDRA (relato)



Daniel solo tenía ocho años. Era una noche de verano. El calor era insufrible. La noche pesaba sobre el  hospital. La madre de Daniel le pidió con la mano que se acercara a la cama.
“Mi pequeño, no temas. Me voy a un lugar mejor. Quiero que cuando no esté mires al cielo y busques la estrella más grande y luminosa. Esa seré yo. Te estaré  protegiendo”
Daniel miró y buscó pero fue incapaz de distinguir la más grande y luminosa. Le pidió a su padre que le comprara un telescopio y siguió buscando. Incluso cuando el paso de los años le hizo comprender que su madre le había expuesto una metáfora para mitigar el dolor de su pérdida, él siguió buscando. Se hizo astrónomo y siguió buscando. Dado a su extraordinario talento consiguió un puesto en el más grande de los observatorios del mundo, y siguió buscando. Distinguía con claridad los tipos de estrellas pero sabía que siempre aparecía una más grande. Un día cercano a su jubilación la encontró: la estrella más grande y luminosa jamás hallada hasta entonces. Por haberla encontrado, le correspondía el derecho a ponerle nombre. No se lo pensó dos veces.