viernes, 22 de julio de 2016



El otro día fuimos al cine, lo que significa que fuimos a un centro comercial. Este en concreto es agradable, decorado, más o menos, como si estuvieras en un pueblo típico canario. Además, tiene a su lado otro centro comercial abierto con un trompo gigantesco. Para ser un centro comercial, se está bien. En total, yo creo que debe de haber unos 250 negocios, incluidas cafeterías y restaurantes. Ni una sola librería. El 80% son tiendas de ropa, la mayoría femenina, y complementos. ¿Tanta ropa nos hace falta? ¿De verdad que nadie consideró un buen negocio abrir una librería en un lugar así? Lo que me resulta triste, es que esa es la tónica en todos los centros comerciales. Uno que visité en Bristol, que era gigantesco (el centro, no Bristol), solo tenía una tienda, digamos, cultural, y era una de la cadena Virgin (donde aproveché para comprar un par de CDs de mi adorado Dean Martin). El resto, ropa y cafeterías. Por cierto, la película era “Buscando a Dory”. Salvo algún personaje poco aprovechado, bastante decepcionante.

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