domingo, 14 de febrero de 2016

EL PROBLEMA DE GENERALIZAR

El problema de generalizar

El otro día en un bar  me fue imposible abstraerme de la conversación que tenían unos clientes, sobre todo porque hablaban de la docencia. Uno de ellos criticaba a los profesores como una manada de vagos, viéndolo claramente reflejado en la maestra de su hijo, maestra que nunca hacía nada, etc… Y encima de vagos, con todo ese tiempo de vacaciones. Siempre las vacaciones; da igual lo que hagamos, nuestras vacaciones anulan para muchos nuestro esfuerzo y profesionalidad. Cualquier argumento que usemos para defender nuestra profesión (y vocación) se encontrará enfrente esa muralla infranqueable que son las vacaciones.
Caí estrepitosamente en la tentación de intervenir. Le dije que no había podido evitar escucharle y que yo era profesor. Intenté por todos los medios explicarle que se equivocaba, apelé a su empatía preguntándole si había dado clases alguna vez. No hubo forma de darle a entender que no podía generalizar de ese modo. Me desagradó tanto la conversación que me fui sin terminar mi desayuno.
Luego me quedé pensando que toda la ignorancia de ese hombre y su consiguiente rabia, porque lo decía con rabia, deben de haber sido transmitidas a su hijo con creces; y así imagino que va su hijo al colegio, con esa imagen, con la idea de que somos un colectivo que no merece su respeto porque somos unos vagos con un montón de vacaciones. Qué peligrosa es la ignorancia y qué daño hace generalizar.

Por supuesto, no me han dado ganas de volver por ese bar.

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