martes, 5 de enero de 2016

LA MALDAD Y EL PLACER (relato no apto para menores de diez años, más o menos)

Susana avanzaba con paso vivo por los pasillos del colegio. Deseaba correr pero temía que cundiera el pánico. En cualquier caso, debía llegar al patio antes de que ocurriera una desgracia irreparable. El chivatazo se lo había dado uno de sus alumnos de primaria. Era horrible. No podía creer que la mente de una niña pudiera albergar tanta maldad. Paula ya era de por sí una alumna problemática, con infinidad de reuniones inútiles con sus padres, pero esa acción, la que pretendía llevar a cabo en el patio, cruzaba todos los límites. Era cruel. No había tiempo ahora para lamentaciones ni para buscar unas explicaciones que ya se sabían; lo importante era detenerla, pero en pleno recreo era difícil caminar entre tanto alumno ajeno a la tragedia que estaba a punto de consumarse. Con cada profesor que se tropezaba, Susana preguntaba por Paula y todos le respondían que la habían visto ir al patio. No quedaba tiempo, era preciso correr y eso hizo. Cuando llegó al patio comprendió que era tarde, que no podría evitarlo. Paula estaba de pie en el centro de aquel espacio destinado para el esparcimiento lleno de criaturas que no alcanzaban los diez años. Sonreía ante lo que estaba a punto de hacer y en su sonrisa cohabitaban la maldad y el placer, bastante cómodas, por cierto. Susana hizo por llegar, por gritar pero Paula ya había cogido aire, solo le quedaba gritar y lo hizo, desgarradoramente. La tragedia estaba servida.

                -¡Los Reyes Magos son los padres! ¡Los Reyes Magos son los padres! ¡Los Reyes Magos son los padres!

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