viernes, 30 de diciembre de 2016



Estimados padres de un futuro machista:
Para este año nuevo me gustaría pediros algo.
¿Podríais decirle a vuestro hijo que los niños sí que lloran?
¿Podríais dejarle jugar con muñecas si eso es lo que quiere?
¿Podríais decirle que las niñas pueden jugar a lo que deseen, también al fútbol?
¿Podríais decirle que el color rosa es universal?
¿Podríais no ver delante de él programas basura en los que se cosifica a la mujer?
¿Podríais decirle que en la vida no tiene que salvar a ninguna princesa?
¿Podríais decirle que su hermana está tan capacitada como él para hacer lo que quiera en esta vida y que no tiene nada de malo si ella  gana más dinero que un hombre?
 ¿Podríais decirle que no es un fracaso, ni atenta a su virilidad, tener a una mujer como jefe?
Y si vuestro hijo está más crecidito
¿Podríais decirle que la pornografía es ficción?
¿Podríais decirle que no se aproveche de una chica en una fiesta si está borracha?
¿Podríais explicarle con mucha dedicación y empeño que no significa no y nada más que no?
¿Podríais decirle que si las chicas se ponen una minifalda o camisa ajustada no es para provocarle?
¿Podríais explicarle, con especial  atención hasta que lo aprenda bien,  que no califique de puta a una mujer que se acuesta con quien le dé la gana?
Ya que estamos, ¿podríais educarlo en el sexo?
 ¿Podríais hablar en casa sobre el machismo, exponerlo, debatirlo?
¿Podríais decirle que la mujer no es un objeto ni una pertenencia y que nadie tiene derecho sobre la vida de los demás?
¿Podríais explicarle que los celos no son amor?
¿Podríais decirle que silbar a una chica en la calle, decirle lo buena que está o tocar la pita del coche cuando pasa delante de ella no solo no es piropear sino que no le agrada en absoluto y que ya es muy feliz sin que nadie se lo diga?
Hay más, pero no os quiero atosigar. Si cumplierais solo la mitad de lo que he expuesto aquí ya estaríais empezando a cambiar esta sociedad, que buena falta nos hace.

lunes, 26 de diciembre de 2016

MANTENER LA ILUSIÓN (relato apto para mayores de 10 años)



La noche de Reyes se acercaba y a David y María no les cabía la ilusión por ver las caras de los suyos cuando abrieran los regalos. Se miraban cómplices cuando en la conversación surgía la famosa carta de los Reyes y hablaban en clave delante de los demás para que no les descubrieran. Ese juego, esa complicidad implícita en la llegada de ese día era lo que más les gustaba de las fiestas navideñas. Sin embargo, sabían que el tiempo pasaba y que más tarde o más temprano se enterarían de la verdad y esa mágica ilusión, ese no poder dormir, se perderían para siempre. Precisamente, un par de días antes del seis de enero, David y María discutieron sobre la posibilidad de decírselo. Total, ya eran grandes, no les sentaría mal. Sorprendentemente, tomaron con facilidad la decisión de confesarles la verdad. Se acercaron con sigilo a su dormitorio; la puerta estaba entornada. Se hicieron al mismo tiempo el gesto de no hacer ruido y se asomaron con cuidado de no ser descubiertos. Ahí estaban sus padres, envolviendo sobre la cama los regalos que David y María abrirían la mañana de Reyes. Había tanta alegría en sus rostros mientras los envolvían que los dos hermanos comprendieron de inmediato,  con solo mirarse, que este año tampoco se lo contarían. No iban a quitarles la ilusión a sus progenitores confesándoles que desde hacía ya tiempo sabían que los Reyes Magos eran los padres.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Como escritor, sabes que tienes una buena historia entre manos cuando no puedes pensar en otra cosa. No hay nada más en tu cabeza. Por eso, quisiera disculparme de antemano a las personas que me hablen en los próximos meses. Yo les miraré con atención e incluso de vez en cuando soltaré algún “ajá” afirmativo, pero, vamos, que mi cabeza estará en otro sitio.

domingo, 18 de diciembre de 2016



La estafa (relato)

Víctor clamaba al cielo, o a quien quisiera escucharle. Estaba harto de no poder realizar su sueño. Deseaba ardientemente poder controlar a la humanidad, ser el dueño de todos los destinos, dirigirlos a su voluntad. ¿Por qué había un Dios con tal poder y él, hecho a su imagen y semejanza, había sido privado, apartado, de ello? La noche tormentosa no podía ahogar sus gritos que, finalmente, fueron escuchados.
                -De modo que quieres controlar a la humanidad, ¿no es así?
Víctor quedó inmóvil ante la enorme figura rojiza que se le había aparecido.
                -Sí.
                -¿Y estarías dispuesto a todo por conseguirlo?
                Víctor sabía bien lo que aquella pregunta significaba.
                -Sí- contestó con determinación.
                -Entonces, firma; entrégame tu alma.
Víctor miró aquella pluma manchada de sangre. Estaba solo a un paso de conseguir lo que anhelaba.
                -Aquí la tienes- dijo al fin firmando.
                El diablo sonrió con su habitual malicia y enrolló el pergamino.
                -Nos veremos el día de tu muerte- sentenció a modo de despedida.
Víctor no tardó en comprobar la legalidad de aquel contrato. Desde el primer minuto puso todo su empeño en arreglar el mundo. Desaparecieron todas las formas posibles de violencia y maldad; la pobreza se erradicó, lo mismo que el hambre, pues todos los habitantes del planeta, llevados por un impulso incomprensible para ellos, no hacían más que ayudar y compartir. Con el tiempo, ni las leyes ni las fuerzas de seguridad se hicieron necesarias. Todo fue pura paz y armonía.
                Finalmente, Víctor murió. Los años se le habían acumulado y en el contrato no se contemplaba la inmortalidad. Su alma vago indefinidamente hasta que se encontró con el diablo. Estaba sentado frente a un tablero de ajedrez. Cariacontecido, brindó una mirada de desconsuelo al recién llegado.
                -Ya estoy aquí- saludó Víctor.
                -¿A qué vienes?- dijo con tono afligido.
                -Teníamos un trato-contestó extrañado-. ¿Esto es el infierno?- preguntó con cierta decepción.
                -¿Qué infierno ni qué mierda? No hay infierno. Ya nadie se condena y todo por tu culpa. Me aburro. Me siento estafado.
                -Vaya- se limitó a comentar Víctor con cierto pesar.
                -Vete ya, aquí no pintas nada- le ordenó el diablo-Déjame solo.
              Víctor caminó vacilante unos pasos hasta que de detuvo. Dio media vuelta y se acercó para sentarse frente al diablo.
                -¿No te vas?- le preguntó con asombro.
                Víctor sonrió.
                -Al ajedrez se juega mejor en pareja.


               

jueves, 15 de diciembre de 2016



Cuando cuido el patio del colegio suele venir algún niño o niña de seis años con la misma pregunta. Me miran extrañados, como si yo estuviera desenfocado y ellos trataran con sus ojos de mejorar la nitidez de la imagen, y entonces dicen: ¿por qué tienes el pelo blanco?
Aquí es donde pongo en marcha mi imaginación diciéndoles uno y mil argumentos, tales como que se me derramó la harina en la cabeza mientras hacía un pastel, que había estado pintando y el cubo me cayó encima, o que en la otra zona del colegio había estado nevando…Cualquier cosa menos hablarles del inexorable paso del tiempo. Ya lo descubrirán más adelante, cuando toque. Y por lo general me creen, aunque siempre hay alguno que aprieta los ojos desconfiado.

domingo, 11 de diciembre de 2016

LA TERAPIA (relato)



La Terapia (relato)
Alberto era un reputado psicólogo. Sus dos amores, su esposa y su trabajo, empezaban a descompensarse a favor del segundo, aunque él, curiosamente, no fuera capaz de percibirlo. Sesiones interminables de consulta, congresos, conferencias, entrevistas…
Un día (todo empieza un día) apareció en su consulta una nueva paciente. Dijo llamarse Sonia. Mujer madura, tan exuberante como atractiva. Confesó sentirse cohibida ante lo que deseaba contarle, pero el caso es que había empezado a sentirse culpable por la vida de sexo ininterrumpido que había tenido desde los dieciocho años con infinidad de parejas. Alberto le comentó que no debía preocuparse pues su angustia no era más que los restos de la moral católica que aún persiste en nuestra sociedad moderna. Lejos de sentirse aliviada, Sonia comenzó a relatarle la mayoría de sus encuentros sexuales, incluidos los más recientes, manifestando su preocupación, por primera vez en su vida, por lo que pensaran de ella. Alberto le dijo que eso no era más que un lastre de la sociedad machista en la que todavía vivimos y que no debía, bajo ningún concepto dejarse afectar por lo que opinaran los demás de ella. Aún continuó Sonia relatando su experiencia sexual durante un buen rato hasta que confesó sentirse bastante aliviada, como si se hubiera quitado un peso de encima. Alberto le dijo que era normal, que a veces solo necesitamos que nos escuchen. Sonia le sonrió y se marchó agradecida.
Esa noche, en los prolegómenos del amanecer, sonó el móvil de la esposa de Alberto. Ambos dormían con una marcada sonrisa de satisfacción. La esposa de Alberto comprobó que el sonido no había despertado a su marido, cogió el móvil y salió del dormitorio. En la seguridad de la cocina miró la pantalla del teléfono; era un mensaje de Sonia.
Sonia: ¿dio resultado?
Esposa de Alberto: y tanto que dio resultado. Nunca había visto a Alberto tan desatado. Hemos hecho el amor durante horas. Ya casi ni me acordaba de cómo era.
Sonia: me alegro mucho.
Esposa de Alberto: y yo más, ja ja. De verdad, Sonia, muchísimas gracias. Tu idea ha sido genial.
Sonia: de nada, y a seguir disfrutando.