jueves, 26 de noviembre de 2015

EL CANDIDATO PERFECTO (relato)

El candidato perfecto (relato sobre la sangre fría)

Roberto abre los ojos a una nueva mañana; de inmediato, su instinto le avisa sobre cierto ruido que no ha cumplido su misión, o quizás sí y haya sido él y su resaca quienes hayan fallado. Coge el móvil de la mesilla de la noche y cerciora el dato que intuía. Cierra los ojos por un instante, el tiempo justo para lamentarlo y reponerse. Se incorpora apoyando la espalda en el cabecero de la cama. Su dedo índice recorre con calma el listín de su móvil. Encuentra el número deseado y lo marca. Carraspea sin dramatismo. Espera el tono volcando su mirada hacia el techo. A ver cuándo se acuerda de pintarlo. Descuelgan. 
                -Comunicaciones internacionales, buenos días, le atiende María.
                -Buenos días, María, soy Roberto Lozano, hoy he sido citado para una entrevista de trabajo con Jorge Vallejo.
                -Ah, sí, a las diez y media.
                -Verás, María, he tenido un pequeño accidente casero, y es que estoy atrapado.
                Su voz suena sin atisbo de dudas, segura, con la entonación adecuada, sin sobreactuar.
                -¿Atrapado?
                -Sí, la puerta del garaje no abre, está atascada o algo así- dice mientras golpea la mesilla de noche imaginando la puerta de un garaje que no tiene-. No puedo salir con el coche. He pedido un taxi, pero les llamaba para avisar que llegaré algo tarde y pedirles disculpas.
                -No se preocupe, Roberto- dice María animada por la iniciativa del candidato- Se lo comunicaré a don Jorge. ¿A las once y media le parece bien?
                -Oh, sí, muy bien y perdona de nuevo.
                -No se preocupe. Hasta ahora.
                -Adiós, gracias.
                Roberto comprueba que desde el otro lado han colgado y devuelve el móvil a la mesilla de noche. Se rasca la cabeza y se levanta con pausa. Se estira y camina hacia el servicio. La ducha caliente le repone las neuronas caídas en combate la noche anterior. Saborea el desayuno, como lo hace siempre. Se viste con su mejor traje y sale de casa. Hace un buen día para pasear, y caminando se dirige a su entrevista de trabajo. Tiene tiempo.



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