jueves, 20 de agosto de 2015

EXTRACTO DE "ENTRE EL ESPERPENTO Y EL ESCALOFRÍO"


“Vaya casa que tiene el cabrón. Menos mal que yo no he colaborado para que la compre, je, je. Espera un momento, estúpido, si tus hijas no se pierden ninguna de sus películas y el cine lo pagan con tu dinero. Joder, qué putada. Pues eso tiene fácil arreglo: a partir de mañana les quito la paga. ¿Y trabajando de actor puede comprarse esta mansión?, ¿no dicen que el cine en este país está en crisis? La verdad es que no he visto ninguna de sus películas de mierda, ni las volveré a ver, bastante tengo con que Eva haya empapelado su cuarto con el careto de semejante pimpollo. Y encima sin camisa, con ese pecho sin un solo pelo, ¿dónde habrá quedado el macho ibérico de antaño? Creo que Eva lo ha hecho adrede, para evitar que entre en su dormitorio; la verdad es que no es mala táctica porque, desde luego, evito entrar. Decidido, mañana le digo que arranque esos carteles de dudosa masculinidad y los tire a la basura”
                Trápaga se detuvo arrugando su rostro.
                “No, creo que no puedo decirle eso; es una barbaridad. Bueno, ¿qué coño?, ya que he venido hasta aquí entraré y que sea lo que Dios quiera. A ver, ¿dónde coño está el timbre?”
                Mientras esperaba a que alguien le abriera la puerta, el comisario mostraba la mayor mueca de desprecio que podía generar ante la cantidad de botellas vacías que se agolpaban en los alrededores de la entrada.
                “Ya estoy viejo para esto. Sé que me voy a arrepentir, lo sé”.
                —Hola—le saludó efusivamente una jovencita con flores en la cabeza—. Uy, qué viejo, bueno, no importa, pasa, ven conmigo—y le cogió la mano—. Supongo que vienes a ver a Francis.


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