jueves, 2 de julio de 2015

¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS?

De niño veraneaba con mis tíos. Benditos sean porque si no, nunca hubiera sabido qué es eso de veranear. Íbamos a un lugar de ensueño, con una enorme piscina junto al mar y una costa llena de rocas y cangrejos en la que imaginábamos historias de piratas. Era fácil que nos reuniéramos unos quince chiquillos, o más, ávidos de juegos y aventuras. No parábamos en todo el día, siempre corriendo, riéndonos, retándonos con el salto más ruidoso e imposible en el agua,  haciendo enfadar a nuestros mayores. El paraíso.

De eso hace ya más de treinta años. Mi tía y mi prima siguen veraneando todavía en el mismo lugar. Las solemos visitar y yo no pierdo la ocasión de sentarme frente al mar e imaginarme historias de piratas. Un día le pregunté a mi prima por los niños del lugar, ¿dónde estaban?, ¿ya no vienen? Lo cierto es que en la piscina y sus alrededores solo había adultos. Oh, sí que vienen, me dijo mi prima, pero están en la sala de la televisión de la comunidad. ¿Y qué hacen ahí?, le pregunté extrañado.  Jugar con los móviles, me contestó. Me quedé mirándola con cara de “No me lo creo”. Ella no esperó a que yo dijera nada. Vete a la sala y compruébalo tú mismo. Fui para allá y la verdad es que lo que vi fue desolador.

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