miércoles, 29 de octubre de 2014

El talento

Todos tenemos talento, todos, sin excepción. La cuestión es, ¿llegaremos a descubrirlo alguna vez? Hay quien se niega a sí mismo su talento y se queda en la sombra de lo que pudo haber sido; otros viven toda una vida sin conocer el don con el que nacieron; luego están los afortunados que pueden desarrollarlo. Por alguna razón que desconozco, mucha personas se niegan a creer que tengan talento. Es cierto que, en muchas ocasiones, las circunstancias de tu vida te impiden sacarlo a la luz, a pesar de ser consciente de poseerlo, y eso es muy triste, es trágico. Precisamente por eso, qué hermoso es cuando nos encontramos a alguien que si ha podido y querido explotar el don con el que nació. Es el caso de Luca Stricagnoli, un músico que es capaz de hacer esto con su guitarra. 

domingo, 26 de octubre de 2014

The Time to Run

Cuando escucho esta composición de Dexter Britain tiendo a imaginar que algo extraordinario está sucediendo; algo como el nacimiento de un ser vivo, o las flores que reciben excitadas a la primavera. Mi mente viaja al comienzo de un rodaje cinematográfico o al taller de un artista dispuesto a realizar una obra de arte. La publicación de una gran novela o los primeros intentos de vuelo de cualquier ave. Algo en construcción, algo importante, que se eleva y en lo que participan multitud de elementos coordinados; la formación de una orquesta sinfónica o las primeras palabras de tu hijo; tu sonrisa al encontrar trabajo o, ¿por qué no?, el inicio de una relación de pareja, que avanza, que evoluciona, que alcanza la vejez con la misma sonrisa con la que se generó en la juventud. Dexter Britain ha conseguido con esta pieza que mi imaginación se desboque.

jueves, 16 de octubre de 2014

Reseña

Qué alegría da encontrar una reseña de una novela propia, y más si la has encontrado en un blog de literatura, y mucho más si la reseña es positiva y se recomienda la lectura de la obra reseñada. Es el caso de María Angélica Teherán y su blog "El cementerio de los libros". Quisiera compartir su crítica con todos vosotros, así que os dejo el enlace a su página.

reseña de "Mis ojos llenos de tí"

lunes, 13 de octubre de 2014

El camino

La diferencia entre una película grande y otra pequeña no sé bien cuál es, porque hay películas grandes que defraudan bastante y películas pequeñas que son muy grandes. Esto último sería el caso del film que nos ocupa, “The Way”, dirigida por Emilio Estévez, e interpretada por su padre, Martin Sheen.
Desde luego, y para ser sincero, el haber hecho el camino de Santiago me ha influido, y mucho, para que esta historia me haya gustado tanto. Lógico, pues te identificas, no solo con los lugares, sino con las angustias y alegrías de sus protagonistas. Sin embargo, si no has sido peregrino, ni has deseado “buen camino” a los que te pasan o a los que te unes, no es condición para que no te guste el film, pues al final de su metraje lo que te apetece es seguir de inmediato los pasos de los personajes. ¿Quién no desea hacer el camino de Santiago y lo ha ido postergando verano tras verano? El visionado de esta película te hará fijar una fecha definitiva, eso seguro.

Aquí estoy posando en un bello sendero
anterior a Pedrouzo
La historia que nos narra transcurre a un ritmo lento, pero agradable. Nos enfrentamos a diversas inquietudes humanas, sin parafernalias, en crudo, y sin efectos especiales. Su estupenda banda sonora y la  excelente selección de las canciones ayudan mucho, no cabe duda. A mitad de metraje ocurre la magia, pues percibimos que somos uno más en ese grupo que, por diversas razones (y eso es siempre lo más hermoso del camino) peregrina a Santiago de Compostela. Para mí es de visionado obligatorio y, de hecho, le reservo un día del verano para verla cada año y recordarme que tengo pendiente volver a hacer el camino.


sábado, 11 de octubre de 2014

Uno de mis temas preferidos

Musicalmente hablando, claro.
Se trata de una composición de Zack Hemsey, un compositor emergente al que le vaticino un gran lugar en el mundo de la música; y si no, al tiempo.
El tema que nos ocupa es "Mind Heist. Evolution". Me atrapa por su fuerza, por sus cambios de ritmo, por sus constantes ondulaciones, porque sueño con ella, porque me hago grande, porque tengo un imperio, porque está hecha con un ordenador, porque vibra, porque explota, porque da los respiros justos para volver a la carga, porque tiene misterio, porque viene el apocalipsis y no tengo dónde esconderme, porque me invita a volver a escucharla. 
No todos las composiciones de este autor me gustan. Creo que "The way" está a la altura del tema que comento aquí, En cualquier caso, os invito a que lo escuchéis, pero agarraos bien. Pincha en el enlace.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La serpiente

Pues me corresponde ahora comentar otra de las fotografías de José Ángel Alventosa. Un artista, no solo con la imagen, sino también con los nombres. Es tan sabio eligiendo nombres que su trabajo cobra vida. Cojamos la presentada aquí mismo. La bautizó como " The Snake" ( La serpiente). Podía haberle puesto otro nombre, pero se decantó por este y, entonces, la imagen, por arte de magia, cobra vida y ya solo vemos eso, una serpiente. Un enorme y sinuoso reptil que avanza lentamente entre las maravillosas sombras del blanco y negro hacia las dos personas del fondo que, sumergidas en su propia abstracción, permanecen ajenas al peligro que se les viene encima. Y yo me pongo nervioso. Quisiera avisarles pero no puedo.

viernes, 3 de octubre de 2014

El reloj de la torre

No hay manera: cada vez que oigo sonar el reloj de la torre de alguna iglesia, con esa peculiar y breve melodía que marca las en punto, me viene a la cabeza "Regreso al futuro". Es automático, instintivo, un acto reflejo de mi baúl de los recuerdos, un mecanismo neuronal que se acciona al mismo tiempo que ese reloj. Y entonce sonrío, y mi sonrisa me provoca una ligera relajación en mi cuerpo porque, por un instante (un milicentón, que diría Starback), viajo a Hill Valley y estoy con Marty Mcfly. El bienestar que me genera esa reacción en cadena me dura todo el día, tal es la influencia que esa película ejerció en su momento en mi vida. Llevo a todos sus personajes en mi corazón. Podría recitar sus diálogos de memoria, incluso en inglés. Como adolescente inseguro que era, me sentí contagiado, invadido, por la autoestima de Marty Mcfly. Como soñador irrefrenable que he sido siempre, me enamoré de la capacidad de soñar del doctor Emmet Brown. Quizás haya sido él, en realidad, el que ha mantenido siempre viva en mí la llama de la escritura. Quizás por eso nunca he dejado de escribir. Todos tenemos nuestra propia máquina del tiempo en nuestro interior, y es ella la que nos impulsa a seguir adelante.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Tengo algo que deciros (breve relato familiar)

-Acercaos todos, tengo algo que deciros.
Aquellas palabras habían salido de la boca del  viejo y millonario señor Mora; con mucho esfuerzo, todo hay que decirlo, pues se hallaba en su lecho de muerte. Horas le pronosticaban los médicos. Sus más allegados le acompañaban en momento tan fatídico, sorprendiéndoles que el enfermo aun pudiera reunir las fuerzas suficientes para poder hablar. La familia acudió en tropel, atraídos por las más que probables últimas palabras del moribundo.
El señor Mora batió los ojos de un lado a otro, pues incapaz era de mover el cuello, comprobando que sus familiares habían acudido a su llamada. Satisfecho con el resultado, preparó sus pulmones para una nueva frase.
-Os he engañado a todos- dijo con la voz carrasposa, y lo dejó ahí. Diríase que su deseo no era otro que observar el impacto de su noticia en los presentes.
Su hijo mayor quedó aterrorizado, aunque procuró no exteriorizarlo. ¿Se estaría refiriendo al fondo de inversiones en el que le había aconsejado meterse? Le dijo que era un negocio seguro;  de hecho volcó todo su capital en aquella inversión. En los últimos años no se había llevado muy bien con su padre, pero ¿le habría guardado el rencor suficiente como para llevarle a la ruina con una falsa información? ¿A él?, ¿a su propio hijo?
La esposa del señor Mora no pudo evitar llevarse la mano derecha a la boca. Su marido le había jurado y perjurado que ella sería le heredera principal tras su muerte. Incluso le había visto con sus propios ojos firmando el testamento. ¿Lo habría cambiado a sus espaldas? ¿Por quién?, ¿por el desagradecido de su hijo y su soberbia nuera?, ¿por su secretaria, tal vez? Ya antes de caer enfermo le había asegurado que las aventuras con sus secretarias habían llegado a su fin, que solo estaba ella en su vida, su compañera fiel durante todas aquellas décadas.
La nuera del señor Mora le miró como le miraba siempre, por encima del hombro. La noticia no le sorprendió, aunque desde luego hizo sus cábalas sobre el engaño anunciado, llegando a la conclusión de que su última voluntad era la de reírse en sus caras tras  señalarles que desheredaba a todos.
La nieta del señor Mora se mordió contrariada el labio inferior. Su abuelo le había prometido el Ferrari rojo cuando él ya no estuviera. ¿Se habría echado atrás? Su abuelo siempre se lo había consentido todo. No era justo que ahora le hiciera esa jugarreta, y encima delante de sus padres. Además, todos sus amigos ya contaban con el coche. ¿Con qué cara se los diría? ¿Cómo soportar tanta vergüenza?
El señor Mora, por su parte, sonrió satisfecho al ver los rostros tensos y ansiosos que había conseguido al llamarles.
-Acercaos, más, diantre, que ya no me queda aliento- se quejó.
Inmediatamente, sincronizados, alongaron sus cuerpos alrededor de la cama para escucharle mejor. El moribundo tomó aire consciente de que se disponía a hablar por última vez. Incluso se relamió como si se encontrara frente a su plato favorito. Al fin, habló.
-No soy alérgico a los mariscos-los allí reunidos se miraron como idiotas para comprobar que habían oído lo mismo-. Nunca lo he sido. Nunca he soportado su sabor asqueroso y su olor nauseabundo. Por eso simulé ser alérgico ¡Ja!
Y murió.