sábado, 23 de agosto de 2014

Promesa cumplida, señorita Austen

Bath
Hace unos años tuve la oportunidad de residir durante un mes en la ciudad de Bath, al sur de Inglaterra. Fue una experiencia muy positiva para mí por diversas razones. La ciudad en sí es muy linda, muy clásica, pero en el mes de julio está atiborrada de estudiantes de todas las partes del mundo que vienen para avanzar con su inglés. Eso la hace un tanto ruidosa, pero aún así, es posible encontrar rincones muy bellos y tranquilos. En más de una ocasión hacía mi camino pasando por delante de la casa de Jane Austen. Por aquel entonces yo no había leído nada de ella, pero la conocía por la maravillosa adaptación que de "Sentido y sensibilidad" había hecho Emma Thompson para el cine. Antes de terminar mi estancia en Bath le prometí a la señorita Austen que me leería todas sus novelas. Espero que no esté muy molesta conmigo pues esa promesa la he venido a cumplir este verano.

Casa museo de jane Austen en Bath
He leído todas sus novelas menos las inconclusas y he de decir que, si bien al principio me resultó un poco tedioso, acabé enamorándome de sus historias y de sus personajes. Empecé con la novela que identifica a la autora, “Orgullo y prejuicio”, y creo que no fue una buena idea. Ahora que lo sé, recomiendo a todo aquel que se estrena con la novelista que empiece con “Lady Susan”  o con “La abadía de Northanger”. Tiene “Orgullo y prejuicio” en abundancia una de las características propias de Austen, el diálogo. No paran de hablar, no hay respiro y, en apariencia (insisto, en apariencia), parece que no hablen de nada o que la historia no avance; de ahí que me costara tantísimo acabar la novela. Con “Sentido y sensibilidad” fue distinto pues ya iba yo sobre aviso, de modo que la leí de un tirón. “Mansfield Park” es una especie de Cenicienta con unos diálogos extraordinarios. “Emma” empieza lentísimo, muy cercana al tedio, pero a mitad de la historia se vuelve realmente entretenida. “Amor y amistad” no cuenta como novela; es un recopilatorio de pequeños relatos  de cuando la autora contaba con trece años. Como curiosidad, no está mal. “Persuasión”, “La abadía de Northanger” y “Lady Susan” son auténticas maravillas de obligada lectura.

Retrato de Jane Austen
He comprobado que cuanto más diálogos tienen sus novelas más me cuesta entrar en ellas, y cuanto más narración mejor me lo paso. Porque se trata de eso, de pasárselo bien mientras uno lee. Me he sumergido en su universo y por espacio de un mes y medio me he sentido como un miembro más de las familias protagonistas, porque si algo tiene Jane Austen es la virtud de mostrarte la sociedad que le tocó vivir sin criticarla. Desde mi punto de vista, es un acierto; ya se encargará el lector de criticar esa sociedad. Ella no se queja (y tenía motivos), solo muestra y te hace partícipe. Desde luego, lo que vi, no me gustó: una sociedad en la que le mujer está encerrada y cuyo papel es únicamente ser acompañantes, amas de casa, hijas sumisas y obedientes, virtuosas exclusivamente de la música y las labores domésticas. En todos sus libros los protagonistas son mujeres que aspiran a ser escuchadas, a ocupar su puesto en la sociedad por sí mismas, a enamorarse, a no casarse por imposiciones o conveniencias. Lo cierto es que te identificas con sus tribulaciones y deseas ardientemente que la historia acabe bien para ellas (menos con Lady Susan, claro; menuda arpía)
Las novelas de Jane Austen siempre cuentan con algún personaje que llama la atención por su personalidad, independientemente de la moralidad con la actúen. Son personajes que, por sí solos, podrían protagonizar varias novelas. Hablo, por poner algún ejemplo, de Henry Crowford o la señora Norris en “Mansfield Park”, el coronel Brandon en “Sentido y sensibilidad”,  o Frank Nightley en “Emma”.

Bath es otro de los protagonistas en algunas de sus
novelas. Por lo que sé, nunca le gustó residir en ella (aunque la ciudad le esté sacando mucho partido a su estancia allí) y eso se percibe sin disimulo en sus historias.

Bueno, señorita Austen, espero que acepte mis disculpas por mi retraso en el cumplimiento de mi promesa.


 

Un comentario al margen de Jane Austen: lo peor de Bath son, sin duda, las gaviotas. Qué impertinentes y repugnantes me resultan (mío, mío, mío, mío…)

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