jueves, 31 de julio de 2014

Cuando hacía collages

Hubo un tiempo en que me aficioné a hacer collages. Me empezó esta fiebre en el instituto, cuando se me ocurrió empapelar mis cartapacios con fotos de cine. Resultó ser un buen reclamo para empezar amistades, en especial entre los compañeros aficionados al séptimo arte. De los cartapacios salté al foan, cubriendo superficies considerables con actores y actrices. Ya hace tiempo que lo dejé, pero por falta de espacio, no de ganas. Precisamente, os muestro aquí el que hasta ahora es mi mayor, y mejor, collage. Tiene un metro de alto y metro y medio de largo. Por cierto, yo estoy entre ellos. Mi rostro es mi firma. ¿Me encuentras?


viernes, 25 de julio de 2014

Las fotografías de José Ángel Alventosa

Una de mis propósitos con el blog es daros a conocer la obra de José Ángel Alventosa. Un poeta de la fotografía capaz de plasmar en un click la esencia de un lugar por muy insignificante que este pueda parecernos a simple vista. Sus fotografías no dejan indiferente a nadie, esa es su magia, su secreto, su don, porque él nació para la fotografía. Ya sabéis que todos tenemos un don; dependerá de nosotros y de las circunstancias de nuestras vidas si acabamos descubriéndolo. Hay personas que no lo hacen nunca, otras sí. José Ángel lo hizo hace mucho tiempo.

Fijaos en esta maravillosa estampa que he elegido para inaugurar mis comentarios sobre su obra. Si ya de por sí Venecia es un sueño de ciudad, José Ángel va más lejos, trasformándola en un lienzo de Monet, y sin pincel, solo con sus ojos, con esa inmensa capacidad que tiene para captar esa esencia de la que hablaba antes. Simplemente, en medio del buliicio veneciano, con sus vaporettos, sus góndolas, turistas, comerciantes, se fijó en el reflejo del edificio sobre el canal y lo transformó en una obra de arte. Creo que la ciudad de Venecia debería conocer esta fotografía e incorporarla como imagen corporativa.
Gracias, José Ángel.




martes, 22 de julio de 2014

Algo más sobre "Mis ojos llenos de ti"
Una de las protagonistas de la novela es una adolescente marginada por su entorno estudiantil. Pronto descubrirá que tocar el violonchelo para su padre es como una terapia que le ayuda a desahogarse. Una vez al mes interpretará para él la misma pieza de Bach. Es lo que está representado en la portada del libro y la pieza es esta:






miércoles, 16 de julio de 2014

CUENTO

A veces me da por escribir cuentos. No sucede tanto como me gustaría porque, por alguna razón que desconozco, me cuesta mucho escribirlos. Me resulta más fácil la novela que el cuento, pero mucho más fácil. Esto del cuento es un arte realmente complicado para mí. Por eso, a veces, me viene la inspiración y me digo: esto es un cuento. También me ha sucedido que al escribir un cuento he visto que de él podía nacer una novela; pero eso es otra historia, que ya os contaré más adelante.
ahora, os presento a...

LOS DOS LADRONES
(no contéis el final a nadie)


Eran tiempos de posguerra y no solo de silencio se llenaban las calles sino, sobre todo, de miseria. Por una de esas calles ya olvidadas por la frágil memoria que siempre nos atenaza, vagaban dos muertos de hambre buscando algo que echarse a la boca. Por mucho que buscaban, poco o nada hallaban y sus estómagos se quejaban recordándoles lo que debían de estar sufriendo sus respectivas proles. ¿Quién les había mandado tener tantos descendientes en una época como esa? Ellos tenían demasiada hambre para responder, de modo que por ellos contestaba la naturaleza con su sentido común y su instinto de supervivencia.
Luego de que hubieran revuelto hasta el último cubo de basuras, el más alto de los dos decidió protestar.
-No puedo dar un paso más- dijo con la voz quebrada y el tono rebelde. Miraba las luces de las casas y no podía menos que envidiar a sus moradores, calentitos y saciados frente a la estufa.
-Yo ya veo visiones-corroboró el más bajo con energía- comida, no veo más que comida.

Amos permanecieron mirando el último cubo de basura examinado. Parecían estarse viendo reflejados en su sucio metal. El más bajo de los dos suspiró.
-Esto no puede seguir así. Es más de lo que podemos soportar; ya ni basura encontramos en la calle.
-¿Y qué propones que hagamos?
Los ojos del más bajo deambularon por las ventanas más cercanas hasta que se elevaron hasta la casa de la colina. Sus pupilas brillaron de ambición.
-Propongo que busquemos comida en esa casa- dijo señalando a lo alto del pueblo.
A su compañero se le atragantó la garganta, sintiendo al mismo tiempo un leve desvanecimiento. Había oído tantas cosas horribles de ese lugar. Otros ladrones como ellos lo habían intentado y jamás habían regresado.
-¿Estás loco?, ¿a la mansión?
-¿Qué tiene de malo?- refunfuñó reprochándole con la mirada su cobardía-, ya hemos entrado en otras casas.
-Sí, pero esa es muy peligrosa; ya sabes cómo se las gasta el guardián.
-Me la pela el guardián. Además no son más que fantasías, bulos que sueltan para que nos los traguemos y ni siquiera intentemos entrar.
El más alto miraba a la casa aún más atemorizado.
-Pues yo me los he tragado; ahí no voy- sentenció.
-Estúpido- gritó su amigo-. ¿No te estás cayendo del hambre?, y los tuyos, ¿no se mueren de hambre también?
-Sí, pero…
-Pero Nada- volvió a gritar-. En esa casa se acumula la comida; nadan en la abundancia; dicen que incluso desayunan con mermelada- y se quedó con su imaginación fija en la confitura soñada.
-Bueno, eso no son más que fantasías, bulos que sueltan para que nos los trague…
-Calla ya con eso, imbécil- le interrumpió-. No me tomes el pelo. Además, aquí mando yo y digo que iremos.
-No, no. ¿Y el guardián? Cuentan cosas terroríficas de él; los últimos que lo intentaron aparecieron degollados- dijo con todo el dramatismo que pudo intentando convencer así a su amigo.
-¡Que no hay guardián, leches!- gritó dándole una colleja. Lo cierto es que él no estaba muy seguro de que realmente existiera un guardián en la mansión y de que fuera tan brutal como lo pintaban; solo sabía que tenía hambre, mucha hambre y no estaba dispuesto a regresar a su morada sin nada que llevarse a la boca-, así que andando.
Por mucho que su amigo le insistió, nada pudo hacerle entrar en razón; de hecho, caminaba decidido, casi con frenesí hacia lo alto de la colina mientras su compañero le seguía rezagado.
-Mira- señaló feliz-, solo hay luces en el piso superior.
-Sí, pero habla más bajo, ¿quieres?
-Calla, cagón; ahora es solo cuestión de que andemos con sigilo, ¿entiendes?
-Claro- contestó sin apartar la vista de la imponente casa. A cada paso que daban sentía el más alto de los ladrones que la puerta de la mansión se convertía en unas enormes fauces dispuestas a engullirlos. Admiraba la entereza de su amigo y quizás, solo quizás, por eso le seguía en sus hurtos. Aún así, cualquier leve sonido que escuchara o pequeña sombra que se moviera en la oscuridad le dejaba petrificado.
-Perfecto- anunció el más bajo al llegar a la ventana-, el calor de la noche nos favorece: la ventana está abierta.
-Ya lo veo- confirmó su compañero sin mucho convencimiento.
-Cálmate de una vez, ¿quieres? ¿No ves que no hay ningún guardián? Estos de aquí no se enteran de nada. Entramos, saqueamos su despensa, que seguro que les debe de sobrar de todo, y nos largamos a casa.
La noche, en efecto, era calurosa, de las más calurosas de ese verano del cuarenta y seis. Trepar hasta la ventana e introducirse en el majestuoso salón resultó mucho más fácil de lo que esperaban. Si el miedo no había conseguido callar al más bajo de los ladrones, si lo había conseguido el lujo de aquella casa. Ambos se miraban entre admirados y ofendidos por tanta riqueza, convencidos de que su acto vandálico, en aquella casa, estaba más que justificado. Unos con tanto y otros con tan poco, pensaban.
Al salir del salón, el más bajo pudo reponerse de su impresión.
-¿Ves, imbécil?- le espetó en un susurro-, ni rastro de tu guardián. Ya has visto lo forrada que está esta gente, ¿no?, pues venga, busquemos la despensa.
-No sé, no sé- decía desviando sus ojos a todos lodos-, esto no me huele bien.
-Ah, calla ya con tu pesimismo. Nos morimos de hambre y mira cómo viven aquí. No tengo ningún escrúpulo en robarles, y tú tampoco deberías tenerlos.
-Y no los tengo; lo que tengo es miedo.
Su sentido de la orientación les decía que su objetivo no debía de estar muy lejos. En su lento y sigiloso avance no bajaban nunca la guardia, observando siempre desde la esquinas antes de entrar en las habitaciones.
-Esto debe de ser el dormitorio de la criada- dijo el más valiente de los dos-. Menudo susto si nos ve, ¿eh?- añadió con sorna-. Hoy es nuestro día de suerte; se ve que no está.
-Le habrán dado el día el libre.
-Bueno, pero me hubiera gustado verla gritar y correr al vernos, como la del otro día en la casa de la Iglesia.
-Sí- dijo él sonriendo por primera vez-, eso estuvo bien.
-Venga, sigamos.
De pronto, en medio de sus sonrisas, un espectáculo inconcebible para ellos se les presentó dejándoles inmóviles: nunca antes habían visto una cocina como aquella. Solo de verla se quitaba el hambre. Montones de frutas rebosaban de hermosas cestas de mimbre; paneras repletas pues de eso, de pan; dulces de merengue fresco, yemas de Santa Teresa, queso, mucho queso.
-Fíjate-dijo el más bajo incrédulo-, se han dejado el queso sobre la mesa. Te lo dije, que les sobra la comida.
-Sí-dijo el más alto relamiéndose y empezando a desterrar su miedo.
Su suerte era aún mayor: se habían dejado la puerta de la despensa abierta.
-¿Ves lo que estoy viendo?- preguntó el más bajo empezando a salivar.
-Es un sueño, estoy soñando- le contestó hipnotizado.
-Pues tenemos el mismo sueño.
No sabían por dónde empezar, aunque su instinto les llevó directamente al queso. Roían y roían olvidando su hambre, su prole, sus miedos, sus precauciones. Se habían introducido tanto en el enorme queso que no advirtieron la presencia del guardián de la casa quien, ante tan sugestiva visión empezó a relamerse el bigote y a sacar sus afiladas uñas. Con el absoluto sigilo que caracteriza a los mininos, se colocó en posición de ataque, calibró bien la distancia dándole a su trasero un movimiento pendular y, de un salto certero, se abalanzó sobre los dos ratones.

martes, 15 de julio de 2014

El libro en tapa blanda

Pues ya es una realidad: "Mis ojos llenos de ti" ha salido también en formato papel. Lo podéis adquirir en Amazon.es
El proceso creativo de este libro queda definitivamente cerrado. Ahora falta lo mejor:  vuestras críticas y opiniones.
Una vez más, agradecer a Lucía Bartolomé (de abretelibro) su esfuerzo y paciencia para que este libro sea una realidad y a Carlos Fortes por su maravilloso trabajo para la portada.

http://www.amazon.es/Mis-ojos-llenos-Carlos-Roncero/dp/1500433381/ref=tmm_pap_title_0?ie=UTF8&qid=1405433971&sr=8-1


domingo, 13 de julio de 2014

Mi pequeño homenaje al cine

Más o menos desde que conozco la música de Ennio Morricone, y ya son años, venía yo dándole vueltas a hacer un video de homenaje al cine usando uno de sus temas más conocidos, "El éxtasis del oro". Cuando por fin aprendí a manejar los editores de video, me animé. No fue fácil seleccionar las películas pues me gustan muchísimas y el tema musical no llega a los cuatro minutos. De este modo, no tuve otro remedio que dejar a decenas de películas fuera de la selección. Una pena. Aún así, quedé muy contento con el resultado.
Si no conocéis la música que para el cine ha hecho Ennio Morricone (que con 83 años sigue en activo) os animo a hacerlo, en especial su trabajo para "Érase una vez en América", "Cinema Paradiso", "La misión" o "Los intocables de Eliot Ness"






viernes, 11 de julio de 2014

Os contaré un secreto sobre "Mis ojos llenos de ti":
En su página de enlace a Amazon.es aparece la portada del libro. Debajo está la herramienta del zoom.
Si aumentáis la portada veréis que las lápidas tienen inscripciones: son los nombres de los capítulos de la novela.
Se le ocurrió al ilustrador de la portada, Carlos Fortes. Qué grande.
http://www.amazon.es/gp/product/images/B00LKO8J9O/ref=dp_image_z_0?ie=UTF8&n=818936031&s=digital-text

miércoles, 9 de julio de 2014

Esta es la canción de los Creedence con la que se abre "Mis ojos llenos de ti", el amor a primera vista de la gasolinera. Sé que lo normal sería decir "la Creedence", puesto que es una banda, pero toda la vida los he llamado "los Creedence", y es ese artículo el que uso en la novela.


martes, 8 de julio de 2014


 
Sobre “mis ojos llenos de ti”

Esta novela surgió de un sueño. Me desperté reteniendo aun con bastante claridad la imagen de una joven tocando el violonchelo en un cementerio. También había en mi sueño un niño que vivía allí, en el camposanto. Lo curioso es que no derivara en una pesadilla plagada de zombis, que es como suelen acabar siempre mis pesadillas. Ya os hablaré en otra ocasión sobre mi relación con los zombis. Solo pude retener esas dos imágenes en mi cabeza. Me rondaban y rondaban hasta que fui hilvanando mis propios recuerdos con la historia de tres personas que, de un modo u otro, deben vencer la soledad que ha invadido sus vidas.

Es una historia muy personal en el sentido más estricto de la palabra. Muchos de los pensamientos de Leonardo y de Arturo son los míos propios; incluso la evolución del primero podría ajustarse mucho a la mía desde mi adolescencia a la edad adulta. La soledad es un tema tan esquivo como atractivo; muy pocos la desean, pero desde el punto de vista literario es una fuente de inspiración. Ninguno de los tres protagonistas desea esa soledad; es como un agujero negro del que es casi imposible librarse.

A pesar del dolor en el que me sumerjo en este libro, o precisamente por ello, decidí revestirlo con una gruesa pátina de sentido del humor. Creo sinceramente que con sentido del humor podemos enfrentarnos mucho mejor a los problemas que nos presenta la vida. Es, desde luego, Leonardo quien concentra el mayor porcentaje de humor, pero, Sonia y Sandra también tienen su pequeña dosis; está claro que el dolor de ellas dos es mayor e intenso, provocado por causas ajenas a su voluntad, mientras que ha sido Leonardo, él solito, quien se ha convertido en un misántropo refugiado en  el consuelo que proporcionan el cine e internet.

Una de las cosas que me atrajo poderosamente de esta historia fue la de poder meterme en la piel de un muerto. Dicho así, suena fatal, pero poder manifestar el pensamiento de un muerto que permanece junto a los suyos resultó ser para mí una vía de escape muy importante, como una terapia. Hablando por el espíritu de Arturo creía yo estar escuchando a algún psicoanalista interesado en atenderme. Otra forma perfectamente legítima de interpretar al personaje de Arturo es identificarlo como la conciencia de su esposa, Sonia. Totalmente válido, en especial para los agnósticos  a los que les cueste identificarse con un espíritu.
Hay tantos temas tratados en esta novela, tantos como problemas y satisfacciones nos pueda dar la vida; porque de eso es de lo que trata esta historia, de la vida de estos tres personajes y su lucha por levantarse. Precisamente, como creo en la vida y en el amor, el libro desprende un aroma (espero que solo eso, un aroma) de esperanza, pues estoy totalmente convencido de que esta no debe abandonarnos jamás, ni nosotros a ella. Estoy plenamente convencido de que sin el amor que siento hacia mi pareja, esta novela no existiría.

Habrá adolescentes que se vean reflejados en esta novela de un modo u otro, puesto que el acoso y el vacío van a formar el carácter de Sandra, la hija de Sonia. Intensificado por las redes sociales y, en general por las nuevas tecnologías, los abusos entre adolescentes han marcado la personalidad de muchos de nosotros. En esta historia me centro en el vacío deliberado que se ejerce sobre otra persona. Pocos padecimientos son comparables a ese. Nadie me habla, nadie me llama, a nadie caigo bien, todos me evitan…Lo que me ha llevado también a tratar dos lastres que, en mayor o menor medida, hemos cargado alguna vez: la inseguridad y su hermana mayor la falta de autoestima. ¿De qué manera nos afecta en el desarrollo de nuestra personalidad? ¿Cuántos proyectos e iniciativas hemos abandonado o se han quedado en el tintero por estar sufriendo una de esas dos  desgracias (o las dos)? Me ha apasionado escribir sobre ello y, ¿quién sabe?, puede incluso que la lectura de este libro estimule positivamente a más de uno. Eso sería grande.

El tiempo es otro de los protagonistas, o, más bien, el paso del tiempo; en unos lento como una tortuga, en otros, vertiginoso. El tiempo y su principal interrogante, la muerte y el sentido de nuestra existencia. Físicamente he querido plasmar el paso del tiempo, más que en la transformación externa de los personajes, en el desarrollo de la tecnología, en especial internet. Dos mundos, el analógico que muere y el digital que nace y avanza esplendorosamente como los homo sapiens sobre los neandertales.

El título de la novela me lo sugirió una de mis canciones favoritas “le tasche piene di sassi”, del genial Giovanotti, cantante que siempre recomendaré. Magnífico músico y gran poeta. En una de las estrofas aparece la frase “e gli ochi pieni di te” (y los ojos llenos de ti).